sábado, 5 de marzo de 2011

Algunos hechos según los guaraníes

Los orígenes de un pueblo y también los orígenes de sus temores se explican a través de mitos como el surgimiento de los dioses, su deseo de tener hijos a quienes amar y el castigo que muchas veces lanzan sobre ellos al ser desobedecidos. En este caso, como haré en varias ocasiones, me permitiré incluir unas referencias a la cultura guaranítica muy bellas y no exentas de magia.
La desgracia de Kerana, la hermosa hija de Marangatu, comienza cuando es codiciada por Tau, espíritu del mal. Éste, para lograr hacerse con la joven, disfraza su fealdad cubriéndose por la apariencia de un elegante forastero. La hechiza con la música de una flauta, la va seduciendo con paseos y charlas, miradas y hermosos regalos…
Pero Angatupiri, espíritu del bien, lo ha observado y se dispone a defender a la chica. Kerana es inducida a horribles sueños donde su pretendiente se deforma hasta adquirir la espeluznante figura de Tau. La muchacha le comenta sus pesadillas y Tau comprende que no es otro que Angatupiri quien lo enfrenta.
Los espíritus del bien y del mal lucharán en los campos cercanos a las colinas de Areguá. La batalla se extiende por seis días con sus noches, durante los cuales Kerana duerme. Llegado el séptimo día, Angatupiri va venciendo y Tau, ya al borde de la rendición, arriesgando su propio exixstir, invoca al dios del valor. Pitajovái acude a su llamada y con su fuego deja moribundo a Angatupiri. Tau lo contempla altivo y se va en busca de Kerana que ha despertado. Lo ve llegar encaramada a un árbol.
El sonido de la flauta la encanta y corre a sus brazos. Kerana oye por vez primera la voz de las intenciones lividinosas de Tau e intenta zafarse pero él, ya en su aspecto monstruoso, la rapta sin que su tribu pueda hacer nada.
Tau condujo a Kerana a su guarida y la amenazó con la muerte si osaba escapar. Así, la joven es sometida a la lujuria del espíritu maligno. Ella lloró, se negó pero todo en vano.
La tribu de Kerana ruega a Arasi, madre celestial, consorte amada de Tupã, padre de todo, que castigue al raptor. Arasi, en respuesta, maldice a Tau y a toda su estirpe.
Aquí va el surgimiento de muchos personajes conocidos de la tradición guaraní. Citaré íntegro el capítulo XXII del libro “Mitología Guaraní” de José Montesinos. Al ser un escrito que cayó en mi poder mediante una amiga que me pasó el archivo, no tengo lamentablemente las señas editoriales.
“En el cual se informa de los alumbramientos de Kerana, fecundada por el espíritu del mal, de las características de sus siete hijos y del terrible dolor de la joven.
Siete lunas han pasado desde aquel día aciago en que Kerana fue raptada por el malvado. Siete lunas han observado pálidas de espanto la desesperación de la niña. Ahora Kerana está dando a luz. Ella espera un niño, pero la maldición de Arasy le ha hecho engendrar un monstruo. Kerana da a luz un horrible monstruo de siete cabezas. Siete cabezas de perro cuyos ojos despiden llamaradas. Siete cabezas de perro y un horrible cuerpo de lagarto. En el futuro será conocido como Teju Jagua. Siete cabezas de perro que le condenan a la inacción. Su ferocidad fue aniquilada por deseo de Tupã y, contrariamente a su horrenda figura, se alimenta solamente de frutas y de la miel que su futuro hermano menor, Jasy Jatere le lleva hasta su escondrijo.
Kerana, asediada permanentemente por Tau, parió un hijo cada siete lunas. Todos sietemesinos. Todos fenómenos deformes. Todos malvados.
El segundo hijo del mal vio la luz con la forma de una gran sierpe con cabeza de loro y un descomunal pico. Su bífida lengua, roja como la sangre. Su piel escamosa y veteada. Su cabeza emplumada. Su mirada maléfica. Se le conoce con el nombre de Mbói Tui, ronda por los esteros y protege a los anfibios. Adora la humedad y las flores. Se lo puede identificar sin verlo pues lanza terribles y potentes graznidos que se escuchan desde tantísimas lejanías.
Kerana, abrumada por la pena, apabullada por el incontrolable Tau, carcomida por la certeza de estar engendrando monstruos capaces tan sólo de hacer el mal. Dolida porque su cuerpo es el artífice que está dando forma a un ejército terrible, pare su tercer hijo:
Se le conocerá en el mundo de los hombres con el nombre de Moñái y tal como su antecesor inmediato, su cuerpo es el de una enorme serpiente. Posee dos cuernos rectos e iridiscentes que funcionan como antenas. Sus dominios son los campos abiertos. Sube a los árboles con gran facilidad y se descuelga de ellos para cazar a las aves con las que se alimenta, a quienes domina con el hipnótico poder de sus antenas. Es por ello que también se dice que es el señor del aire. Moñái protege el robo y lo fomenta. Ladrones y sinvergüenzas aún hoy lo invocan en sus fechorías.
En su cuarto período de gestación, Kerana siente que al fin hay algo de humano en su vientre. A los siete meses, como ha ocurrido con todos sus hijos anteriores, pare a un niño de dorados cabellos y piel muy blanca, pero el niño ha nacido con un bastón áureo en su mano derecha. Una leve presión sobre su varita mágica y el niño, al que llaman Jasy Jatere, desaparece volviéndose invisible. El niño horroriza a su madre desapareciendo y apareciendo en lugares increíbles. Jasy Jatere será el duende que en las siestas, escudado en su figura de niño, asediará a las jóvenes y a las niñas que se animen a salir solas, conquistándolas y poseyéndolas con los poderes de su mágico bastón. Dominará a las abejas y de ellas obtendrá la miel con la que se alimentará, cuyos restos lleva hasta la cueva donde vive su hermano mayor, Teju Jagua.
Kerana no tiene consuelo. Ya hace más de dos años que se encuentra presa del espíritu del mal y Kerana sigue contando los días. Su radiante cuerpo de otrora se ha deformado debido a los maltratos que ha recibido en forma constante por parte de Tau.
Ahora Kerana da a luz al quinto engendro del mal. Su figura se parece en mucho a la de Tau, En sus rasgos agudos. En su piel oscura, en el cabello de alambre y la boca grande.
Se le conocerá por su nombre: Kurupi, que llenará de temor a las jóvenes.
Y también se le conocerá por su principal característica física: un enorme y larguísimo pene que lleva enrollado a la cintura. Sus ataques a las mujeres solas que se aventuran por la selva serán mucho más furibundos y crueles que los de su hermano Jasy Jatere. En esos casos Kurupi viola y mata a sus víctimas. Pero su mayor diversión es raptar a las vírgenes, quienes desparecen misteriosamente para regresar encintas y listas para parir a los siete meses. Los hijos de Kurupi, sin embargo, mueren al séptimo día de un extraño mal *.
Kurupi domina a los animales silvestres y no abandona nunca la selva donde reina con el poder de su sensualidad, excepto para raptar a sus víctimas.
Cansada y desilusionada. Entregada y mustia, Kerana da a luz a su sexto hijo. Una vez más sietemesino. Una vez más monstruoso. Se le conocerá con el nombre de Ao Ao. Posee la facultad de reproducirse solo y vive en una gran manada en las zonas más inhóspitas de cerros y montañas. El Ao Ao se alimenta de carne humana y vive persiguiendo a las gentes que se aventuran por los cerros. La única manera de salvarse de la manada es trepando a un pindo. Cualquier otro árbol en el que se refugien los perseguidos será desarraigado por sus terribles garras y derribado en poco tiempo pero al parecer, el pindo posee algún hechizo contra la ferocidad de estos monstruos. El Ao Ao es cuadrúpedo pero cuando ataca se para en dos patas. Sus poderosísimas garras y su cabeza feroz nos recuerdan a un oso, pero su cuerpo es como el de una oveja y bajo esa apariencia logra que las gentes se acerquen sin temor.
El séptimo alumbramiento de Kerana fue tan terrible como los seis anteriores. Esta vez, de su vientre, nació una criatura totalmente contrahecha. Su cabeza, semejante a la de un perro, deja ver una larga hilera de filosos dientes de diferentes tamaños. Sus orejas son pequeñas e impuestas en la parte superior del gran cráneo. Su cuerpo esmirriado y seco, sus extremidades mitad humanas, mitad garras le dan un aspecto desgarbado. Se le conocerá con el nombre de Luisõ.
Luisõ habita en los campos santos y se alimenta de los cadáveres que allí desentierra. Se le puede escuchar en las noches de luna llena, cuando emite sus lastimeros y aterrorizadores aullidos trepado a las lápidas de las tumbas.
Luisõ fue el último alumbramiento de Kerana.
Tau, parece concentrarse ahora en alimentar el malvado espíritu de su prole y se olvida de la doncella. Vejada y arruinada la pobre Kerana duerme cada vez más para evitar las lágrimas, infructuosamente, pues hasta en sueños llora...”
Tanto lo que escribí como el capítulo sobre los hijos de Kerana salieron del libro "Mitología Guaraní" de José Montesinos

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